lunes, 13 de junio de 2011

El principe azul se volvió verde

Erase una vez, una hermosa princesa, que se encontraba presa en un castillo encantado, vigilado por un enorme dragón. Un día llegó su tan esperado príncipe azul a rescatarla, derrotó al horrible dragón y con un tierno beso rompió el hechizo que allí la mantenía y fueron felices para siempre…y bla, bla,bla.
¿Cuántas no hemos crecido a la luz de los cuentos de hadas y el resto de cursilerías? ¿Quién no soñó alguna vez con el príncipe azul que se desmontaba de su caballo y venía a rescatarnos? ¿Hubo alguien que no pensó que con un beso todo el dolor sanaría?
La respuesta es clara, pero los golpes y caídas del diario vivir nos arrastraron en algún momento a la realidad, esa donde no existen las princesas encantadas ni el país de las maravillas, esa donde “El príncipe azul, se volvió verde”.
La verdad es que cuando crecemos nos damos cuenta de que las cosas no son tan sencillas como solíamos creer, que con una barita mágica no desaparecen los problemas.
El amor es complicado, los hombres son enredados, las mujeres más todavía, ¿Qué hacer? ¿Por qué amargarse la vida por una sola persona cuando hay millones más en el mundo? ¿Quién sabe la respuesta? ¿Dónde está la guía que explique las cuestiones del amor? ¿Por qué enamorarse de quien no se debe? ¿Por qué a veces olvidar es tan difícil?
En realidad, no tengo las respuestas, solo sé que muchas veces el corazón tiene razones que no entiende la razón, que hay hombres imbéciles que no merecen el amor de una mujer, que hay mujeres estúpidas que no valoran un amor sincero y bueno.
Además sé, que ese príncipe azul no existe, que hay sapos brincando de charco en charco, buscando una nueva víctima que atrapar, no con ello digo que todos los hombres no tengan corazón pero muchos han perdido el tacto para tratar a una mujer, tal parece que las ideas románticas se esfumaron.
Pero yo creo que la que hemos llevado al hombre a ese extremo somos las mismas féminas pues en ocasiones etiquetamos como cursis y tontos a quienes se muestran dóciles y preferimos al hombre malo y rudo, entonces después nos quejamos de que nos tratan mal, de que no nos dan nuestro valor, de que nos traicionan con la primera puta que aparece en la calle ¿Quién nos entiende?
¿Queremos príncipe o sapo? ¿Buscamos algo serio o simplemente una aventura? ¿Queremos que nos traten bien o que nos usen como algo desechable que después se puede tirar a la basura? Primero debemos saber lo que queremos para buscar la respuesta y comprender que el príncipe se volvió sapo.